¿Qué son la disgrafía y la disortografía? Entiende sus diferencias

La disgrafía y la disortografía son dos dificultades de aprendizaje que afectan a la escritura, pero lo hacen de maneras distintas. Aunque a menudo se confunden, entender en qué se diferencian es clave para poder acompañar a los niños con estrategias adecuadas y sin presión.
La disgrafía está relacionada con la motricidad fina y con la dificultad para escribir de forma legible y fluida. La disortografía, en cambio, afecta a la ortografía y se manifiesta en errores sistemáticos al escribir palabras, incluso cuando el niño las conoce verbalmente. Ambos casos requieren comprensión, observación y, sobre todo, herramientas respetuosas que ayuden al niño a desarrollarse a su ritmo.
Cómo afectan la disgrafía y la disortografía al desarrollo infantil
Disgrafía: qué es y cómo se manifiesta
La disgrafía suele aparecer cuando el niño empieza a escribir de forma habitual, alrededor de los 6 o 7 años. Los síntomas más comunes incluyen una letra poco legible, trazos irregulares, dificultad para mantener la línea o el tamaño de las letras, y fatiga excesiva al escribir. A menudo, estos niños evitan tareas de escritura porque les resultan frustrantes o físicamente agotadoras.
No se trata de una cuestión de esfuerzo o voluntad, sino de un desfase entre lo que el niño quiere expresar y lo que sus manos logran plasmar en el papel. Por eso, reforzar la motricidad fina con actividades lúdicas y sin juicio es fundamental.
Disortografía: causas y señales de alerta
La disortografía, por su parte, afecta directamente a la correcta escritura de las palabras. Los errores no se deben a despistes, sino a dificultades en la interiorización de las normas ortográficas. Es frecuente que los niños con disortografía confundan letras, alteren el orden de sílabas, omitan sonidos o escriban según cómo suena la palabra.
Aunque estas dificultades pueden generar frustración, no indican una falta de capacidad intelectual. Con estrategias adecuadas y apoyos creativos, muchos niños logran mejorar significativamente su escritura.
Consecuencias en el aprendizaje y en la autoestima del niño
Cuando no se detectan ni se abordan de forma adecuada, la disgrafía y la disortografía pueden afectar negativamente a la autoestima del niño. Es común que se sientan torpes, comparados con sus compañeros, o que empiecen a evitar cualquier tarea que implique escribir.
Esto no solo repercute en su rendimiento académico, sino también en su motivación para aprender, su expresión emocional y su seguridad personal. Por eso es tan importante ofrecer apoyos desde la comprensión y no desde la exigencia. El entorno debe validar sus esfuerzos y proporcionarle recursos que lo ayuden a mejorar sin presión.
Actividades sensoriales para apoyar la motricidad y la escritura
Desde Mimuk, creemos que el juego sensorial es una herramienta poderosa para fortalecer habilidades motoras y cognitivas de forma respetuosa y divertida. Aquí te compartimos algunas actividades que pueden ser de gran ayuda para niños con disgrafía y disortografía.
Juegos con plastilina para fortalecer la motricidad fina
Manipular plastilina natural permite trabajar los músculos de las manos y los dedos, fundamentales para un trazo firme y fluido. Hacer bolitas, aplastar figuras, enrollar cilindros o cortar con tijeras sensoriales son ejercicios sencillos que mejoran el control y la fuerza de la mano de escritura.
Además, este tipo de juegos ayudan a liberar tensiones y permiten al niño conectar con el cuerpo antes de realizar actividades más estructuradas como escribir.
Uso de bandejas sensoriales para trazar letras y formas
Las bandejas sensoriales con arroz de colores, arena fina o harina permiten trazar letras con el dedo o con herramientas como pinceles o palitos de madera. Esta actividad no solo es divertida, sino que activa la memoria visual y táctil, facilitando la interiorización de las formas sin necesidad de lápiz y papel.
Ideal para niños que rechazan la escritura tradicional, las bandejas ofrecen una forma amable y creativa de practicar el trazo sin frustración.
Sellos y moldes como herramienta para integrar grafías
Los sellos de letras y números son un recurso valioso para ayudar a los niños con disortografía. Les permite reconocer visualmente las grafías, formar palabras, experimentar con sílabas y construir frases sin necesidad de escribir a mano todo el tiempo.
Usar moldes o sellos en actividades sensoriales como masas o arcillas también aporta un componente multisensorial que refuerza el aprendizaje y mejora la retención.
Estrategias educativas para casa y el aula: cómo acompañar sin presión
La clave para ayudar a niños con disgrafía y disortografía no está en corregir constantemente, sino en ofrecer acompañamiento respetuoso, materiales adecuados y entornos donde se sientan seguros.
Algunas estrategias útiles incluyen:
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Ofrecer pausas frecuentes durante las tareas de escritura.
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Alternar actividades motoras y sensoriales antes de escribir.
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No corregir todos los errores a la vez: enfócate en uno o dos aspectos por sesión.
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Celebrar el esfuerzo más que el resultado final.
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Usar juegos y materiales atractivos como motivación, no como recompensa.
Tanto en casa como en el aula, crear un entorno que fomente la exploración, la paciencia y el aprendizaje progresivo marcará una gran diferencia.
Conclusión
Comprender la disgrafía y la disortografía es el primer paso para poder acompañar de forma respetuosa a los niños que las presentan. Con recursos adecuados, estrategias sensoriales y una mirada empática, es posible transformar la frustración en descubrimiento y el rechazo en confianza.
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